J es de Juana Eva
J es de Juana Eva que ya se encontraba a orillas del río, le gustaba sumergir sus pies cansados de barro coagulado y juegos solitarios. Sus padres solían encontrarla allí cuando Juana Eva desaparecía por tantas horas, “dios la purificaba” les decía en su alma, pues encontraba en ese río la mejor manera de purificar las formas creadas por dios: mirarlas en aquel reflejo que fluye sin parecerlo.
Un día Juana Eva notó que la corriente del río estaba mas densa, estática, ya muerta como la piel de un espejo, traía consigo muchas latas vacías, mucho excremento, bolsas , pañales y con espanto Juana Eva vio el cadáver de un niño que nunca nació. Aquella agua que la tocaba siempre limpia estaba ahora inmediatamente contaminada por aquella desagradable visión, estudió los posibles culpables, visitó con una rama aquello que ensucia, mata, contamina. Estudió también aquel crimen que flotaba abandonado en la superficie y recordó la voz maternal que invocaba el aborto.
Sentada a la orilla del río Juana Eva lloró muchas horas por la suerte de aquel niño. ¡Pero terrible llegó a presentársele la verdad! Ella recordó que no recordaba: ni a sus padres ni a su vida, tan solo sabia un nombre que quizás tendría: Juana Eva.
Ahogada estaba Juana Eva por las aguas del río pues comprendió que aquel feto era ella y que en realidad nunca había nacido.
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